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Pendientes de esmalte Flor de Azahar y Mandarina
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No empecé a llevar joyas de diosa interior porque quisiera sentirme guapa.
Empecé porque estaba cansada de sentirme invisible.
Durante la mayor parte de mi vida, confundí el servicio con el silencio. Yo era la “niña buena”. La de alto rendimiento. La que nunca pedía demasiado. Y aunque el yoga me ayudó a suavizarme… también abrió algo: mi anhelo de ser vista como sagrada, no sólo como apoyo.
Y la primera vez que me puse ese collar de piedra lunar de oro rosa, algo cambió.
I. No me educaron para sentirme poderoso, sino útil
Durante la mayor parte de mi vida, confundí el servicio con el silencio.
Yo era la “niña buena”. La triunfadora. La que nunca pedía demasiado. Y aunque el yoga me ayudó a suavizarme… también abrió algo: mi anhelo de ser vista como sagrada, no sólo como apoyo.
Y la primera vez que me puse ese collar de piedra lunar de oro rosa, algo cambió.
No sólo me veía hermosa.
Me sentía poderosa.
No de una manera ruidosa. De una manera recordada.
Como si llevara algo que mis antepasados podrían haber heredado, si se les hubiera permitido adorarse a sí mismos.
II. La energía femenina no significa blanda. Significa Soberana.
Empecé a aprender sobre Shakti, la sagrada energía femenina que existe no sólo en los mitos, sino en cada respiración, en cada pulso, en cada acto de creación.
La diosa no es una metáfora.
Es un estado de regulación del sistema nervioso, intuición y autoridad interna.
Las joyas diseñadas teniendo esto en cuenta -especialmente las piedras preciosas relacionadas con los ciclos lunares y los arquetipos femeninos- actúan como recordatorios somáticos.
Arquetipo femenino | Piedra preciosa | Lo que despierta |
---|---|---|
El místico (visión interior) | Labradorita | Intuición, trabajo onírico |
La madre (en espera) | Cuarzo rosa | Suavidad, amor incondicional |
El guerrero (Límites) | Granate | Fuerza, protección |
La Creadora (Flujo sensual) | Cornalina | Creatividad, fuego sacro |
Llevar esto no es moda. Es reclamación.
III. El ritual que la llamó
Ahora, cada luna llena, construyo un pequeño altar junto a mi esterilla de yoga.
Coloco tres cosas:
- Una vela
- Un espejo
- Una joya elegida en función de cómo quiero sentirme, no de cómo me siento.
A veces es el colgante de labradorita. A veces el brazalete de plata grabado con “Yo soy el templo”. Enciendo la llama. Respiro. Recuerdo:
No estoy roto. Me estoy convirtiendo.
IV. Llevar joyas para encarnar, no para impresionar
No llevo joyas de diosa para sentirme a la moda.
Las llevo porque estoy cansada de encogerme.
Cada mañana, frente a mi armario, me pregunto:
“¿Qué se pondría hoy la versión diosa de mí?”.
Y elijo por el cuello, no por la mente.
Una piedra lunar para llevar la suavidad a una reunión difícil.
Un anillo de ágata roja para mantener mis límites con gracia.
Un pendiente del chakra de la coronilla para mantenerme en comunión, no sólo en cognición.
No son accesorios.
Son activadores.
V. Reflexión final: La Diosa nunca estuvo fuera de mí
El mayor cambio se produjo en silencio.
No cuando me cambiaba de ropa.
No cuando compraba piedras nuevas.
Pero la primera mañana me miré al espejo, sin llevar nada más que una cadena de plata y susurré:
“Así era yo antes de que el mundo me pidiera que fuera pequeño”.
La joyería para mi diosa interior no es sólo espiritual.
Es permiso celular para elevarme.
Y ahora, cada vez que toco ese colgante en mi clavícula, no pido fuerzas.
Yo recuerdo que ya es mío.